Tuesday, February 13, 2007

Cuento (Segunda de cinco partes)

El silencio impero en el lugar de choque convirtiendo aquel silencio en el sonido mas sepulcral que cualquiera pudiese imaginarse, poco después se empezaron a escuchar algunos lamentos y quejidos. Esther fue la primera en recobrar la conciencia, curioso; salió ilesa, mientras Rodrigo perdió la vida al instante. Los muchachos del Mustang inexplicablemente perdieron la vida todos y es que parece que a veces descuidamos tanto las circunstancias y el orden que llevan éstas, que podemos perder la vida. Esther miró el rostro de su marido, que no tenía cicatriz alguna sino la marca del estupor del impacto en sus ojos, poco después volteo horrorizada y poso sus ojos en el tórax de Rodrigo, sus pulmones estallaron a causa del impacto, por un fierro de la puerta que le prenso el cuerpo.

Pasó varios minutos, no sabe cuantos abrazando la cara de su marido, de su Rodrigo, del amor de su vida, después recordó que tenía todavía “otras preocupaciones”. - ¡¡¡Mis niños!!!, dijo para sí, sobresaltada. Miró hacía atrás y vio a los dos como dormidos, inconscientes a causa del impacto. En esos momentos y aún a esas horas de la noche- madrugada, de la madrugada- noche, ya se arremolinaba la gente alrededor del accidente, todos curiosos, todos, con morbo, algunos con ganas de ayudar, muy pocos haciéndolo. Como es siempre, como ha sido siempre, como me ha tocado ver a mí que sea siempre.

América se despertó lentamente entre sollozos ligeros que se convertirían finalmente en ligero pero interminable llanto que perforaba el alma de Esther. América tenía sangre en el rostro a causa de unos vidrios que saltaron hacia ella al momento del impacto. Julián. Julián no se movía, seguía sin moverse, por más que Esther lo zarandeaba y un curioso trataba de controlarla –Será mejor que no lo mueva- le decía; -Señora cálmese-, -Espere que llegue la ambulancia- ¿ Cómo mantener la calma cuando parte de ti esta muriendo?, ¿ Cómo mantener la calma cuando sabes que tu vida, lo que conoces como tu vida, desaparece y lo que te quedará cómo vida será u lugar sin rumbo?, ¿ Cómo mantener la calma, cuando de súbito pierdes un hijo?, quisiera no ver jamás a ninguna madre sufriendo eso. Jamás.

Llegó la ambulancia a aquel lugar, los enfermeros y médicos, sacando poco a poco cada uno de los cuerpos, atendiendo a Esther y América y tratando de destrabar la puerta de la camioneta. Sería un trabajo titánico, sacar a Rodrigo, había que cortar los fierros y hacer “malabares” con el cuerpo inerte. Los familiares de los accidentados llegaban poco a poco, repitiendo las misma frases, que se repiten siempre: - No puede ser mi hijo no, mi muchacho no-, - No dios mío, no permitas eso............no-.

10 comments:

webita said...

ay... me recuerda el accidente en que una chava de 24 años murió en la avenida juárez, hace como seis meses... no quisiera pasar por esto que narras jamás, que nadie pasara por eso jamás, pero es parte de vivir.

Kiki said...

Qué triste... sobre todo porque, lamentablemente, es cosa de todos los días.

Esperando la tercera parte :)

Saludos!

Coro said...

Bueno, esta tragedia está muy interesante... veamos qué sigue después.
Espero la continuación...

Saludos

Anonymous said...

Yo no espero la continuación, sniff.. por favor no siga con este sufrimiento, mejor redacte otro debatin, o algo un poco menos tragico, bueno aunque hubo algunos que pese a no ser divertidos me gustaron mucho.

Sigo al pendiente de sus siempre interantes escritos.

leoncita28 said...

nos dejaste picados, que buena historia..

webita said...

feliz diaaaa!

Srta. Maquiavélica said...

oye acaso eres escritor????? me encantan tus letras¡¡¡¡¡
besitos maquiavelicos

Di. said...

Lo más lamentables es que generalmente son causados por un imprudente que sale ileso.

AndreaLP said...

Ouch, esto me pegó. ¿Cuanta gente muere a diario por la irresponsabilidad de alguien más? Las cifras son enormes.

Al leer tus relatos me imagine a 'El niño Metinides' entre la multitud. Qué feo.

Quedo en espera de la siguiente parte.

Lorena said...

ayyy que triste, joder Edgar!!!

:-(