Invito al amable lector a que haga conmigo un ejercicio de imaginación. Para ello, le pido que me siga paso a paso y que me permita llevarlo en un viaje por el tiempo: Imaginemos que estamos en el momento preciso de la elección presidencial; es más, ubiquémonos en el día previo al que, democráticamente, la nación manifestará su voluntad para decidir quien será el presidente de la República. Todo el país está a la expectativa, pues la campaña electoral ha sido no solo efervescente sino hasta angustiante, con no pocos roces y golpes bajos, difamaciones y calumnias entre los contendientes, empeñados todos en conquistar el favor del electorado. Tres han sido los candidatos que han competido en esta elección. Para identificarlos, asignémosle a cada uno de ellos una letra. Tendremos así al candidato A, al candidato B y al candidato C.Digamos ahora que el candidato A es el favorito del presidente de la República en turno; descaradamente, el jefe del ejecutivo ha hecho campaña a favor del candidato A, que es su candidato y el del partido en el poder. Pero no solo eso: se sabe que el candidato A, aprovechando su posición relevante como secretario de estado, ha creado redes de partidarios por toda la nación, financiadas, se dice, con el erario público. ¿Quién es el candidato A? La verdad que es un advenedizo, con pocos años de experiencia política. Ya participó en una elección pero fue derrotado. Sin embargo, al perder, salió ganando porque fue invitado al gabinete presidencial desde donde preparó por largo tiempo su candidatura. El candidato A es de buena y aristocrática familia, su apellido es de abolengo y sus finas maneras y educados modales llaman la atención. El presidente en turno, literalmente, lo adora, y como él no ha podido con el paquete de hacer avanzar al país en esta primera oportunidad de un gobierno democráticamente electo, está seguro que el candidato A si podrá hacerlo, máxime que se trata de un hombre distinguido y con buenas relaciones.Veamos ahora al candidato B. Él es en realidad, un emisario del pasado, representante del régimen aplastado por la voluntad nacional. No oculta su predilección, públicamente reconocida, por las virtudes y bondades que tenía el antiguo orden de cosas. Es más, pregona que solo hombres como él tienen la capacidad y la experiencia de gobernar a este país que necesita de la tutela de gobiernos un tanto autoritarios. Personalmente no vale gran cosa, pero tiene la ventaja de que los hombres que en el pasado gobernaron ya no son nada en el horizonte político mexicano, cartuchos quemados diría en su lenguaje peculiar. El candidato B está orgulloso de su militancia tricolor, seguro de que la enseña patria pertenece por derecho a él y a los que forman su partido, en el que, aunque las disputas internas lo corroen, lograron ponerse de acuerdo para postularlo a la elección presidencial, con la creencia de que el prestigio que les da el llamarse defensores de la independencia y de la soberanía, les atraerá el número de votos suficientes para recuperar el poder y volver triunfantes al palacio para retornar a los modos y costumbres políticas de antaño. El candidato B abomina del presidente en turno, del candidato A y del partido que lo apoya, porque cree que son arribistas que por casualidad se adueñaron de la presidencia de la República, por lo que debe arrojarlos de ella y reconquistarla para quienes se sienten los verdaderos representantes de la nación mexicana.Pero el candidato A y el candidato B tienen algo en común y no solo el hecho de que sus dos respectivos partidos se han entendido más o menos bien en algunos temas de interés nacional: deben vencer al candidato C y a su partido.El candidato C es un hombre con pocas luces, con gran dificultad para hablar, con ideas francamente peligrosas, calificadas de populistas. Dicen sus partidarios que es el ídolo del pueblo, que lo aplaude y lo sigue porque es parte de ellos, porque habla como ellos, porque piensa por ellos, porque sus propias limitaciones lo hacen sentirlo como si fuera de ellos. El candidato C no oculta sus deseos de ser presidente. En un hombre ambicioso que se ha rodeado de las más despreciables figuras políticas, cuyas ideologías son abiertamente contrarias al interés de una nación que acaba de obtener sus derechos y que está aprendiendo a ejercerlos. Los hombres del candidato C tienen además fama de corruptos, de ineptos y de aborrecer a las clases sociales acomodadas.El candidato C amenazó con el estallido social si se le obstruía el acceso a su candidatura presidencial, por lo que, a pesar de que podrían haberlo metido a la cárcel, lo dejaron libre, con la intención de derrotarlo en las urnas. Por su parte, los hombres de su partido, formado esencialmente por tránsfugas de los otros partidos y por viejos luchadores de causas populares, no aceptan transacción alguna: quieren el poder absoluto para imponer sus ideas y para transformar al país conforme al modelo que imperativamente, aseguran, es el que desea la mayor parte de la población, aquella parte formada por los pobres y los desposeídos.Imagine ahora conmigo el amable lector, que llegamos al día de la elección y que al filo de la media noche se dan a conocer los resultados. ¿Quién ganó en este escenario imaginario? Nada más y nada menos que el candidato A, quien obtuvo el 45% de los votos. En segundo lugar quedó el candidato C, con el 35% de los sufragios y por último, el candidato B solo alcanzó el 15%. En el conteo final, un 5% de votos fue anulado. Los resultados son inobjetables y la elección se desarrolló limpiamente. Sería de suponerse entonces, que los candidatos derrotados aceptarían los resultados electorales y que reconocerían de inmediato el triunfo del candidato A. Pero no, y antes al contrario, demostrándonos que este país no ha madurado políticamente y que todavía dependemos de los caprichos de los caudillos.Sigamos con el ejercicio imaginario para ver lo que sucedió después: El candidato B, deprimido, desaparece por completo y sus voceros dicen que no se reconocerá el triunfo del candidato A porque su partido se niega a aceptar la derrota hasta que se hayan resuelto todas las impugnaciones, como si todavía alentaran esperanzas después de la paliza que les dieron en las urnas. En cambio, el candidato C se comporta de manera diferente: de inmediato acusa al candidato A y a su partido de haber hecho fraude electoral y conmina y arenga a sus seguidores a lanzarse a la resistencia civil y luego a la acción directa para impedir que el candidato A se convierta en presidente.Entonces, los partidarios del candidato C se lanzan en efecto a las calles y plazas de las ciudades. Literalmente lo invaden todo ante el estupor de los demás ciudadanos que han sufragado libremente y miran como la autoridad es incapaz de contener la marea humana de la plebe que lo arroya todo a su paso. El candidato C está orgulloso de sus huestes y las exhorta a posesionarse de la capital y a presionar al gobierno, a las autoridades electorales, a las judiciales y al congreso. La plebe se enardece y decide asaltar las tiendas, los centros comerciales, las casas habitación de las familias acomodadas. Para colmo, la fuerza pública, obedeciendo a los amigos del candidato C, se pone del lado de los amotinados y contribuye a la violencia y a los saqueos. El gobierno cede ante la fuerza de los hechos. El candidato A renuncia públicamente a su triunfo, pero el congreso, más asustado aún, declara que su elección fue nula y que el verdadero vencedor de la contienda lo es el candidato C, a quien le entrega la constancia que lo acredita como el próximo presidente de la República.Terminemos con ya con este dantesco ejercicio imaginario. Sepa el lector que estamos hablando del año de 1828 y no del 2006. Le daré algunas claves más: el candidato A es el general Manuel Gómez Pedraza, ministro en el gabinete del presidente Guadalupe Victoria. El candidato B es el general Anastasio Bustamante, antiguo trigarante y continuador de la obra de Iturbide. El candidato C es el general Vicente Guerrero, predilecto de las clases populares y quien se empeñaba en implantar en México las ideas masónicas norteamericanas. La historia narrada es absolutamente cierta: se le conoce como el "motín de la Acordada".Esta fue la manera, ilegal e ilegítima, como Guerrero llegó a la presidencia de la República.Y luego dicen que la historia no puede repetirse.
José Manuel Villalpando
29 comments:
Édgar:
El artículo de Villalpando es interesante. A mí me sirvió como estímulo para hacer mi propio ejercicio de imaginación, que puedes encontrar en:
http://erathora.blogspot.com/2006/06/vicente-guerrero-un-peligro-para-mxico.html
De ahí lo saque Erat, esperaba, más respuestas.
Se cumplió más de lo que pensabas????
Te sigue sonando exquisito, para desmembrarlo.........??????
Espera que actualizaras tus respuestas.
Odio postear algo escrito por alguién más aquí, de hecho es lo primero y único ajeno, esta por demás decir, que espero que sea lo último.
Pienso que la mayor parte de mi respuesta al artículo (la que escribí en mi blog el 16 de junio) sigue siendo válida. Por cierto, fue Javo quien me pasó el artículo de Villalpando.
Resumo algunas de las objeciones que manifesté entonces:
"(...) Cuando apareció este artículo no se esperaba que fuese Felipe Calderón el candidato del PAN, sino Santiago Creel; fue compuesto, pues, pensando en que Creel derrotaría antes a Calderón (en la contienda al interior del partido) y después a López Obrador (en la elección presidencial)".
"(...) Villalpando pretende hacer coincidir los caminos de Santiago Creel y Manuel Gómez Pedraza. Sólo que se equivocó (...) en su intento de adelantar el futuro al basarse en el pasado: el candidato del partido en el poder no fue Creel -favorito, en efecto, del presidente- sino Felipe Calderón, un no muy eficiente administrador pero sin duda un taimado e infatigable negociador político cuyas ambiciones manifiestas de poder lo enemistaron con Vicente Fox, quien alejó a Calderón de sus cargos públicos y, hasta donde pudo, defendió la candidatura de Creel; no obstante, el partido, en una primera muestra de su descontento con Fox, prefirió a Calderón, quien se promovía como heredero de un linaje panista más auténtico que el de Creel y Fox. Así, irrumpe una cuarta figura (o una figura de cuarta) en quien Villalpando no había pensado al dibujar su simplista esquema".
"La identificación entre Anastasio Bustamante y Roberto Madrazo es –en el artículo- menos difícil, porque los juicios de Villalpando podrían aplicarse a casi cualquier personaje del PRI(...)".
"Sin embargo, las diferencias no son menos importantes. Roberto Madrazo no ha insistido en el continuismo, al revés de Bustamante(...)".
"Madrazo, por el contrario, al igual que los últimos candidatos priístas, ha puesto sus más intensos esfuerzos en deslindarse –al menos verbalmente- de su pasado autoritario. La apuesta del PRI no consiste en “llamarse defensores de la independencia y de la soberanía”; esa proclama podían hacerla los iturbidistas porque estaban aún muy frescas las heridas del yugo español, pero en nuestro 2006 el PRI ha abandonado casi del todo la retórica nacionalista tradicional, entre otras razones porque no tratan ya de “retornar a los modos y costumbres políticas de antaño”. Nada de eso: sus políticas se han venido acercando cada vez más estrechamente y sin disimulo a las del PAN. En 1988 lo decía Manuel Clouthier: “Carlos Salinas nos arrebató nuestro plan”; en el debate del 6 de junio pasado lo volvieron a decir Madrazo y Calderón, cuando, esgrimiendo sus respectivos libros, se acusaron uno al otro de copiar las propuestas de que cada uno de ellos se pretende autor".
"¿Presagian aquellos sucesos una tormenta para nuestra época? Espero que no. Imposible negar las sombras de violencia: los maestros inconformes en Oaxaca, los abusos de un lado y de otro en Atenco, el autoatentado de la esposa de Carlos Ahumada; pero, con todo, el México del 2006 posee instituciones con las que el México de 1831 no contaba, y una cohesión social mayor(...)".
"Acuso a José Manuel Villalpando de fomentar con su famoso artículo el voto (o el “no voto”) del miedo. Basta de repetir esa mentira de los ciclos de la historia; la historia nunca se copia a sí misma, es siempre nueva y deslumbrante. Si ni siquiera las formas de los cristales de nieve se repiten, ¡mucho menos los sucesos desatados por las pasiones y las ambiciones de los impredecibles seres humanos!"
El comentario de Erat me parece muy acertado. La historia no tiene por que repetirse y en este caso no hay razones suficientes para creer que estamos en una situación idéntica. Las semejanzas son sorprendentes pero las diferencias son claras.
Me recuerda un poco el post de Kekox sobre las semejanzas de la elección presidencial ucraniana con la Mexicana.
La historia cícilica no es mentira. Es falaz.
Un Abrazo
Ya además hoy hay una pequeña gran diferencia :
10 puntos porcentuales contra .5
Eso es lo que nos está dando dolores de cabeza.
Ahora Erat, podrías escribir acerca de las similitudes...................o se concluyen sin necesidad de hacer análisis o, a base de ser aplastantes, se convierten en irrefutables????
No se quien manifestó la historia cómo un circulo, ya la manifiesto cómo una espiral, muy similar, con similitudes considerables, con personajes, épocas y circunstancias algunas distintas
Antonio, no se hablo de situaciones idénticas, se hizo un ejercicio imaginativo.
¿Acaso tanto w cómo tú, encontrarón cosas idénticas?
Zacarrácatelas!!!
Con razón dicen por ahí que la historia la escriben los ganadores...
Édgar:
Te dejo a ti el análisis de las similitudes. Sólo quiero hacerme una autocrítica. Volví a leer lo que comento aquí en tu post y encuentro, al final, esto:
"el México del 2006 posee instituciones con las que el México de 1831 no contaba, y una cohesión social mayor".
Si comparamos el México del 2006 con el de 1831, mi frase, creo, es verdadera. Pero ¿son suficientemente confiables nuestras instituciones como para garantizar que recurriremos en todos los casos a ellas y no a la violencia? Esto lo pregunto porque me parece que nuestra crisis electoral es en realidad una crisis institucional.
Me pregunto, además: ¿es nuestra cohesión social suficientemente grande para evitar un estallido violento? Por lo que sé de Oaxaca, de Chiapas, incluso por los insultos que intercambian los simpatizantes de Calderón y López Obrador en la Ciudad de México... Me temo que hoy me siento menos tranquilo a este respecto que cuando escribí mi crítica a Villalpando.
Kix, la historia la escriben los ganadores, sin embargo hay algunos detalles que se les escapan.
En 1988 ganó Salinas, sin embargo el sentir general tiende a decir que hubo fraude
Ahora, para evitar que esto se repita con la historia del 2006 necesitamos que el nuevo gobierno sea un Gran Hermano al estilo Orwelliano
Yo lo dudo
Un Abrazo
Edgar, sí hay similitudes, como las que hay entre las canciones de Arjona y las de Serrat
Las similitudes son de forma y por eso brillan
Las diferencias son de fondo
Un Abrazo
Muy bueno el escrito de Villalpando.
Me niego a pensar que la historia se repita en 2006, específicamente, por el "gran final".
Pero es muy cierto que el poder y el dinero hacen que algunos actúen demostrando lo peor de sí mismos. Y, ¡qué se le va a hacer!, efectivamente, éso sí se repite.
Saludos, Edgar.
mmmmm
Pues yo espero que no haya la historia no se repita. El futuro es impredecible. Espero que la mayoría de los seguidores del Peje al final se de cuenta que siguen a un desesperado, a alguien que enarboló una causa (aunque tendríamos que ver, finalmente, qué causa siguió), del voto x voto.
Ahora parece que se trata, ya no de un "proyecto alternativo de nación", sino un "gobierno alternativo en la Nación".
Pero no me extraña: su vocación de martir puede incluso orillarlo a situaciones violentas.
Sólo espero que sus colaboradores puedan frenarlo. Ya estamos hartos de él.
shiale pues todo puede suceder en un gran slam ni pex pero hay algo que dicen cada quien es forjador de su propia leyenda asi que los tiempos cambian aunque haya similitudes los sistemas cada vez se vuelven mas complejos y tecnologicos
saludos
Reducirlo a una semejanza entre Serrat y Arjona, es .....cómo decirlo???? muy triste.
Las similitudes que te esfuerzas en no encontrar, corresponden a las vaguedades que hace más de dos meses parecían absurdas y que ahora han desarrollado otras nuevas similitudes, debido a que hace más de dos meses no conociamos el resultado y espero al igual que todos no lleguemos al trágico final (psssst -murmuro al oído- aunque dicen las muy malas lenguas que en base a la autodeclaración presidencial y al desconocimiento de las instituciones, se provocará la represión cómo trampa perfecta, el día 16, si se puede antes, el 1 de sept; qué aunada al apoyo abierto del GDF, no dudaramos en encontrarnos con elementos de seguridad, que atacaran a otros elementos de seguridad........y el fantasma del gorilazo acecha.....un coup d'État..pero no se lo digan a nadie)
"Pobre México: obedecer no quiere, mandar no sabe".
Cuenta la leyenda que eso dijo un cardenal al ver el desgarriate del México Independiente.
Será lo mesmo ahora?
coincido con la idea de que la historia es siempre nueva, aunque haya algunas situaciones que puedan parecerse a hechos ocurridos en el pasado. y, afortunadamente, siempre se podra tener a mano las "otras versiones" de las cosas, que muchas veces son mas reales..
En general, estoy de acuerdo con E. H. El texto de Villalpando tal vez funcionó como propaganda, pero no me parece profético de nada y no me parece que sirva para entender la situación actual. Podremos pensar lo que sea del movimiento de AMLO, pero no les podemos regatear que se han comportado con relativa decencia y hasta con orden, fuera del bloqueo a Reforma y las manifestaciones en bancos (ninguna de las cuales ha durado un día).
P.
Pereque: "...y no me parece que sirva para entender la situación actual"
Salvo para darnos cuenta de que como país tenemos más conciencia y hemos evolucionado.
Coincido en que no somos un país perfecto y en la crítica objetiva hacia AMLO, sin dejar de notar que en el siglo XIX AMLO hubiera formado un grupo armado y se hubiera ido a la sierra a resistir
Un Abrazo
PD: ¿Y el bló?
Muy interesante artículo, no tiene porqué repetirse la historia,quiero pensar que estamos en un México donde el respeto a la legalidad y las instituciones prevalesca si no ¿qué nos queda?
Esta muy bueno el artículo, pero dudo mucho que AMLO logre lo que logró Vicente Guerrero. AMLO cada día que pasa pierde más credibilidad, incluso gente que votó por él, ya está arrepentida! Así que, aunque la historia se parece a la actual, el final no creo que pueda ser el mismo. Saludos!
La historia no se repite, en el significado teórico de la palabra, sin embargo tiende a reproducirse en una forma evolucionada a las variables que redean la época.
Del comentario que dejaste en mi blog, te dirñe que nací en el mágico año de 1980.
saludos
este articulo lo lei antes de las elecciones, i de inmediato pense q asi sería, desgraciadamente asi fue, i lo digo por q como se puede ver vivimos de lo viejo, ia lo pasado. Nada mas no avanzamos :(
saluditos!!!
Ps a ver que pasa... yo quiero ser poli el 1 de septiembre en San Lazaro... creo que podré desquitar algunas frustraciones...jejeje
douh! no se que tan sano resulte irme con esos pensamientos a dormir. Saludos
Querido Edgar, referencié este texto en un foro de debate en el que estoy inscrita, obvio citando la fuente.
Saludines!
no mas politica =(... y el de los udos?
atte una adolescente =)
PD: sobre la pregunta q hace falta en el test bloger, la respuesta eres TU jajaja..
te toca contestarlo, con todo y la respuesta q tu pusisteS =p jaja..
abrazoos hasta alla!
Hubieras separado en párrafos =( es algo cansado leer así
Post a Comment