MENTES HABITADAS

Te veo ahí sentado, con la mirada fija, no se si concentrado en lo que será tu sentencia o disfrutando el último relato de un homicidio que acabas de cometer. Si es que a “eso” lo puedo llamar homicidio.
Estarás recordando lo que disfrutaste cortando las partes del cuerpo, más cuando descubriste que alguien podía ser seriamente lastimado, inutilizado, inmovilizado, sin ataduras, sólo con golpes y cortaduras. Y cuando te preguntaron el móvil que los de la Agencia ya habían investigado y que habían descubierto que no había ninguno...te reafirmaste diciendo que fue por el gusto de hacerlo.
Salías con aquella chica hace 7 meses y medio, la gente de la oficina, sospechaba, sospecha, sigue sospechando un noviazgo, nunca tuvieron grandes problemas, de hecho tú, nunca los tuviste o los demostraste, con tu carácter serio, adusto y un tanto frío.
Recuerdas que de pronto “se te ocurrió” , golpearla, mientras estaba en aquel departamento sentada; sin motivo alguno, ella se sorprendió y reaccionó indignada, pero en tu mente ya no había nada, y la empezaste a golpear más, mientras la oscuridad te lo permitía, te lo reclamaba, te lo pedía. Mientras Belcebú o Wotán ó Lucybell o cómo le llamen los demás, reía contigo, reía de ti, reía contigo y de ti para él. Cuando recupero la conciencia de la golpiza estaba dominada por cortes en las coyunturas que si bien le habían hecho riachuelos de sangre no la desangraban “aún”.
Gemía y suplicaba y se lamentaba, haciendo “ayes” lentos y cortos que te parecían infinitos. Cuanto te gusto sumir aquel tenedor con destreza en su vientre y ver, aquella sangre no roja esta vez, sino obscura, negra, ennegrecida, obscurecida, por su tipo espeso y cuando viste esa sangre, sentiste de pronto una fuerte erección.
No recordaste nada dos días después, te llegó un olor fétido, a podrido, a infestado, a sucio, a muerte, tapaste la nariz, con tu mano, revisaste el teléfono, muchas llamadas de gente que preguntaba: por ella; por ti, por ella y por ti, por los dos. Empezaste a recordar, mojaste tu cara en el lavabo agachandola y cuando la levantaste de nuevo.......un rostro!!!!!, sombrío, aterrador, cuantas arrugas?, cuantas marcas?, cuantas llagas?. Todo así, purulento, triste y enfadado, con una mirada (cómo la que tienes tú ahora), fría ajena, penetrante, amenazante.....

Los criminalistas deducen que el delincuente en el subconsciente pretende ser descubierto, en tí, no hubo eso. Simplemente indiferencia, dejaste el cuerpo así en descomposición, mientras los seres imaginarios lo devoraban y en la realidad se pudría. No tardaron mucho en encontrarte y ahora que te veo, te observo, te analizo, te reviso con la mirada, no veo nada en ti. Ni una gota de arrepentimiento, haz dominado todos tus miedos, todos tus impulsos y tus sentimientos. Y este aire frió y azufroso que de pronto inundo la sala de audiencia no te incomoda y sonríes. Una nueva vida para ti ha empezado y aceptas el reto. Se escucha la sentencia: -120 años de prisión, por triple homicidio calificado, privación de la libertad, alevosía y dolo, 15 más por tortura, 5 por..............