Friday, January 22, 2016

Escuela, Oferta Laboral y Estructuras económicas


¿Qué es lo que nos hace considerarnos exitosos en la vida? La respuesta muchas veces va ligada a la forma en la que hacemos dinero y al éxito profesional, desde este punto, muchos ya estarán asintiendo con la cabeza; aún y cuando lo inicial no sea una verdad absoluta. Sin embargo, el rango de posibilidades para llegar a ser un profesionista es limitado y más limitado aún el ser un profesionista exitoso.

    Analicemos lo siguiente: En México se ha logrado que un gran porcentaje de la población tenga educación básica sin embargo los números son desalentadores en cuanto se avanza en la escala educacional.

    En números: De cada 100 ciudadanos que pueden ingresar a primaria, 98 lo hacen y solo 94 siguen asistiendo a su educación primaria hasta concluirla, el 50% de los que terminaron primaria lo harán de secundaria… de ahí en adelante cifras más, cifras menos; por cada grado escolar se irá reduciendo en cifras ya optimistas, al menos en un 50%. De tal manera que siendo, otra vez, optimista; solo 12 ciudadanos de un grupo de cien, terminaran una carrera universitaria.

    Amén de lo anterior, la tragedia no para; sigue, persiste y se hace más letal, al ingresar al mercado laboral.

    ¿Qué sucede? El egresado de carreras donde la mano de obra profesional es abundante (Derecho, Administración, Contaduría, Sistemas, etc.), verán sueldos reducidos ocasionados por el exceso de oferta que regirá el mercado. Los egresados de carreras como Ingenierías Mecánica, Robótica, Bioquímica, Historia, etc. Se encontrarán con una demanda bien remunerada pero muy reducida en cuanto a su accesibilidad laboral.

     Parece que la respuesta a la problemática anterior y de acuerdo a las necesidades actuales, es estudiar un Postgrado, pues bien, solo 2 de los doce ciudadanos que terminaron una Licenciatura, terminarán un postgrado.

    Y es que el tiempo que un estudiante dedica a la escuela es aproximado de 17-18 años, sin incluir Postgrado, lo que ocasiona una clara problemática económica para las familias que pueden sostener la educación del estudiante, provocando que un ciudadano que quizá tiene las aptitudes intelectuales tenga que abandonar su educación por entrar al mercado laboral y/o bien, aportar ingresos para su familia, o bien; hacerse cargo de sus propios gastos.

    El simple actuar del individuo en la sociedad; trabajo-familia, será un factor determinante para que un ciudadano abandone la escuela, y es que uno de los motivos preponderantes es cuando al interactuar con otros, desarrollen relaciones que terminen en la formación de familias.

    El poder seguir estudiando hasta niveles de Postgrado, se convierte así, en un factor clasista y elitista, ya que las familias que se pueden dar el lujo de sostener a un integrante de esa familia hasta concluir un post grado es cada vez menor y depende de una estabilidad económica que es incongruente con la inestabilidad laboral actual.

    En el entendido de que hay excepciones a todas estas reglas, donde de antemano, acepto que existen esas excepciones, en las que individuos, estudian y trabajan y posteriormente obtienen ascensos en sus medios de trabajos y se pueden pagar un estudio de postgrado, o bien, el hecho de obtener una beca, entendamos de que son eso: “excepciones” y que la generalidad del número abrumador está en que solo 2 de cada cien tendrán un postgrado.

    No dejemos de lado que la oferta educativa pública en niveles de educación superior es sumamente inferior a la cada vez mayor demanda que la población requiere. Este motivo es directamente proporcional a que solo 12 de cada cien terminen una educación superior. Pero, ¿y qué pasa con los otros 88? Sin duda emprendieron una carrera técnica, se volvieron obreros, comerciantes, etc. Con el objetivo de ganarse el sustento y formar parte de la economía productiva.

    12 de cada cien concluirán una carrera universitaria en la que no todos lograrán el título universitario y aún con lo anterior, nada garantiza que un ciudadano que ha concluido hasta este grado escolar sea exitoso profesionalmente. ¿Por qué?

    Debido a que dentro del mercado laboral los egresados de carreras universitarias se encontraran con una oferta laboral sumamente complicada. Los egresados se toparan con sistemas Outsourcing donde no podrán generar antigüedades no podrán disfrutar de los beneficios o prestaciones de ley del lugar físico donde prestaran sus servicios, o bien, en el peor de los casos, estarán en regímenes de contratistas o con ingresos por honorarios.

    De aquellos egresados que puedan acceder a una empresa, no outsourcing, ¿Cuántos no terminaran en una empresa que por cuestiones de “estrategia fiscal” cambian de razón social, una y otra vez, y aprovecharán dicho cambio para finiquitar y volver a contratar a sus empleados, de acuerdo a la misma estrategia fiscal diseñada por aquellos “expertos” que les propusieron cambiar su razón social?

    Ahora bien, ¿Cuántos Egresados, podrán ingresar a empresas donde obtengan prestaciones de Ley: Día de descanso, 15 días de Aguinaldo, Vacaciones y Prima Vacacional?

    Así; el mercado laboral se va reduciendo y las oportunidades se van limitando cuando de pronto ya por fin colocado en una empresa debidamente establecida y que cuente con prestaciones superiores a la ley y aún más, con sueldos competitivos; las oportunidades de crecimiento dentro de la misma, (fuera de los discursos dogmáticos de empresas que desean el desarrollo de sus empleados), se van a ver profundamente limitados debido a las estructuras laborales donde su preferencia de atracción de talento se centrará en egresados de escuelas privadas, las expectativas de desarrollo se centraran, precisamente en aquellos que tengan un postgrado; o bien por aquellos empleados de intercambio en el extranjero que restringirán más el ascenso en la escala profesional de un empleado.

   Aunado a la problemática anterior, las empresas (aún aquellas con el título “Great Place to Work”) desarrollan tendencias al amiguismo y al nepotismo, donde se generan pequeñas mafias de poder dentro de las mismas entidades económicas que terminaran por estrangular el mercado laboral y volverlo elitista y clasista.

   De nueva cuenta, se crea un círculo vicioso entre una clase que se cierra y una clase que intenta entrar en ese círculo y que quizá una vez dentro, abandone la apertura a la llegada de otros como él, que intenten mejorar la situación de clase por la que atraviesan.

    El camino laboral se encontrará minado por una serie de prácticas feroces y despiadadas donde debido a lo cerrado que a estas alturas determinamos que está compuesto el mercado; los que ostentan mandos medios se valdrán de toda clase de artimañas y deslealtades para conservar sus puestos o bien para subir los siguientes escalones del éxito profesional.

    El robo de ideas, el plagio, el arrebato intelectual, la coloquialmente llamada, “caravana con sombrero ajeno” será parte de lo que un empleado tendrá en el terreno laboral, bajo la amenaza constante e implícita donde cada vez habrá más jóvenes que por la mitad de su sueldo querrán sin duda, ocupar el lugar que tiene un individuo en una organización empresarial.

   La clase media, la media baja y las clases populares se encuentran entonces ante disyuntivas bastantes alarmantes entre las cuales la salida de acuerdo a análisis estadísticos no está en la educación. Quizá, entonces, es el momento donde las clases más populares encuentran la respuesta al estancamiento; en las actividades ilícitas, generalmente; y en el narco específicamente. Aún y cuando lo anterior les pueda brindar un bienestar efímero.

   Las clases medias educadas no estarán exentas de sentirse atraídas por ese apetitoso camino de ascendencia material, accediendo a interactuar con dichas actividades, convirtiéndose en sus facilitadores logísticos, proveedores de las clases más altas y recaudadores de las clases inferiores.

    En base al análisis anterior, en algo estamos fallando en el actual modelo educativo y económico y la respuesta no está en lo mal que se enseña en las escuelas.  Sino en la oportunidad que el ideario de vida de un ciudadano ve al estudiar.  En el desarrollo que percibe un ciudadano promedio que pueda obtener posteriormente en la forma de ganarse la vida. La poca expectativa de obtener un buen empleo, la poca expectativa de conservar después ese empleo. El ejemplo social que otorgan las leyendas de profesionistas que son choferes de taxi por no encontrar oportunidad en el medio laboral. Lo anterior sin tener la intención de menospreciar en lo más mínimo a un profesional del volante.

    Estamos, como país, o en la forma en que en los integrantes de los grupos que administran el país, haciendo algo mal. Quizá la respuesta se centre en que los poderosos, necesitan masas de pobres para seguir ostentándose como ricos; la manera en la que necesitan de desposeídos para continuar siendo los privilegiantes de dar y ofrecer empleos.

    Estamos ante nuevas estructuras sociales que siguen privilegiando una profunda desigualdad social. Estamos errados en no crear nuevas estructuras fiscales de desarrollo para pequeñas y medianas empresas que logren ocupar la mano de obra emanante de las universidades. Estamos fallando en la estructura académica para orientar a los estudiantes a crear nuevas oportunidades de trabajo. Estamos ante la oportunidad de hacer una revolución ideológica que cimbre las bases empresariales que fortalezcan la múltiple competencia y no sean factores que potencialicen los monopolios.

   Estamos fallando en legislar las estructuras laborales, para aminorar primero y desaparecer después todas las violaciones a la ley o bien, aunque sea incongruente; todas las utilizaciones de la ley que las empresas generan y/o aprovechan.

   Estamos fallando en la apertura de matrículas para carreras de alta proyección de desarrollo a futuro. Estamos errando en seguir creando desde hace poco más de un siglo los mismos centros de trabajo en relación a las posiciones geográficas, es decir, la generación de empleos sigue centrada en ciudades como la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey.

    Estamos errando en no crear inversión pública que desarrollaría las fuentes de empleo que la inversión privada no ofrezca, tenemos un error en permitir que las estructuras empresariales creen de un nivel jerárquico a otro, diferencias abismales en la percepción de las retribuciones a sus empleados. Cito como ejemplo: un analista ganará (bien retribuido) 10 mil pesos, un líder de proyecto 15 mil pesos, el gerente del área 40 mil y el director de área 120 mil, como se puede observar no hay equidad en el nivel de ingresos dentro de una estructura empresarial.

    Estamos erróneos en el nivel de deuda que como ciudadanos generamos, deuda por artículos que se convierte en satisfactores temporales, como celulares, bolsos, autos, que no satisfacen una necesidad imperante, sino una necesidad creada a través de la idea del consumo.

    Estamos fallando en la orientación vocacional de la futura fuerza de trabajo, estamos ante la necesidad de reestructurar los planes educativos, de acortar los tiempos en que un individuo tiene que acudir a un colegio. Estamos pues ante un gran reto como sociedad para realizar una revolución cultural, ideológica, académica, económica y administrativa para evitar una revuelta social catastrófica; ocasionada por las grandes diferencias y los continuos agravios que como sociedad paulatinamente hemos sufrido.

    Estamos pues, ante una gran oportunidad o un gran reto.