
Apunte el gatillo exactamente en medio de mis ojos tal como lo habías sugerido. Y es que no había manera de demostrarte más lealtad, más obediencia y más.....amor. Tus ojos acompañaban las palabras que lanzaba tu siempre dulce boca, que apenas susurraba y me pedía sigilosamente que lo hiciera.
-Confía en mí. Todo va salir bien- Decías. ¿Cuántas veces te creí?. ¿Cuántas veces me mostré así: vulnerable, dominada, sumisa?. No pude más sino pensar que tenías razón y mi mente le ordenaba a mi dedo hacer el movimiento fatal, brutal y fulminante, pero mi dedo petrificado se negaba, se tornaba necio, sordo, sordo y necio.
-Vamos, hazlo ya-. Tu voz susurrante empezaba adquirir otro ligero matiz. –Hazlo!, que yo lo haré después-. Tu voz, siempre tu voz, tan perfecta y suave y siempre al mismo tiempo tan violenta, tan violentamente suave. -¿Qué esperas?-. No pensaba en las lágrimas que corrían mis mejillas, sólo las sentía. Sólo le pedía a mi dedo que resistiera el impulso del tono imperativo del pensamiento, de mí pensamiento, de ese pensamiento que por ahora no me pertenece, no me pertenecía.
-Vaaaaaamos!!, YA!!- El estruendo del sonido relampagueante de tu voz, tan osco, tan áspero, tan diferente ya. Mis lágrimas se desbordaban acompañando en un vals mortal, el temblor de mi cuerpo. ¿Y por qué? (pensé), ¿Por qué habría de hacerlo?. ¿Por qué cumplir la promesa estúpida del amor-desamor eterno?. Por ese sentimiento que irrumpió en mi mente, por ese sentimiento que todo lo motiva, lo mueve y lo toca. Por ese sentimiento que también todo corrompe...???
Por el amor que también maltrata, que angustia, que desbarata, que malgasta, que duele, que lastima, que duele y que lastima de tanto que angustia y desbarata. –NO-. No vale la pena morir así, morir por él, no, morir con él, no, morir en él; NO.
- Que lo hagas!!!, hazlo ya!!!-.
- No. Mis ojos vislumbraban y remarcaban el tono de mi voz firme
- ¿Qué?
- No. No vale la pena.
- ¿Pero es que no me amas?. Tu voz otra vez, actuando suplicante.
- Sí, pero si tú amaras a alguien no la llevarías a éste extremo. Gire la pistola y te apunte. Fue instintivo, fue irracional, fue muy humano, fue ......supervivencia
- No dispares....dijiste en tono lastimoso. –Era un juego- remataste.Adiós mi vida. Mis dedos que no me obedecían actuaron ejecutando una orden que sólo ellos entendían y se accionaron. El estruendo del cañón, la ráfaga de fuego y el chorro de tu sangre se amotinaron en un momento. Después sólo sentí paz
-Confía en mí. Todo va salir bien- Decías. ¿Cuántas veces te creí?. ¿Cuántas veces me mostré así: vulnerable, dominada, sumisa?. No pude más sino pensar que tenías razón y mi mente le ordenaba a mi dedo hacer el movimiento fatal, brutal y fulminante, pero mi dedo petrificado se negaba, se tornaba necio, sordo, sordo y necio.
-Vamos, hazlo ya-. Tu voz susurrante empezaba adquirir otro ligero matiz. –Hazlo!, que yo lo haré después-. Tu voz, siempre tu voz, tan perfecta y suave y siempre al mismo tiempo tan violenta, tan violentamente suave. -¿Qué esperas?-. No pensaba en las lágrimas que corrían mis mejillas, sólo las sentía. Sólo le pedía a mi dedo que resistiera el impulso del tono imperativo del pensamiento, de mí pensamiento, de ese pensamiento que por ahora no me pertenece, no me pertenecía.
-Vaaaaaamos!!, YA!!- El estruendo del sonido relampagueante de tu voz, tan osco, tan áspero, tan diferente ya. Mis lágrimas se desbordaban acompañando en un vals mortal, el temblor de mi cuerpo. ¿Y por qué? (pensé), ¿Por qué habría de hacerlo?. ¿Por qué cumplir la promesa estúpida del amor-desamor eterno?. Por ese sentimiento que irrumpió en mi mente, por ese sentimiento que todo lo motiva, lo mueve y lo toca. Por ese sentimiento que también todo corrompe...???
Por el amor que también maltrata, que angustia, que desbarata, que malgasta, que duele, que lastima, que duele y que lastima de tanto que angustia y desbarata. –NO-. No vale la pena morir así, morir por él, no, morir con él, no, morir en él; NO.
- Que lo hagas!!!, hazlo ya!!!-.
- No. Mis ojos vislumbraban y remarcaban el tono de mi voz firme
- ¿Qué?
- No. No vale la pena.
- ¿Pero es que no me amas?. Tu voz otra vez, actuando suplicante.
- Sí, pero si tú amaras a alguien no la llevarías a éste extremo. Gire la pistola y te apunte. Fue instintivo, fue irracional, fue muy humano, fue ......supervivencia
- No dispares....dijiste en tono lastimoso. –Era un juego- remataste.Adiós mi vida. Mis dedos que no me obedecían actuaron ejecutando una orden que sólo ellos entendían y se accionaron. El estruendo del cañón, la ráfaga de fuego y el chorro de tu sangre se amotinaron en un momento. Después sólo sentí paz